El Mundo Esmeralda, de Daniel de Wishlet - page 7

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E
ra una tarde lluviosa de otoño y me encontraba caminando por
las calles de la gran ciudad. Observaba todo a mi alrededor, pues
siempre me gustó disfrutar de la lluvia, aunque fuera sobre el
asfalto. El gris era el color predominante debido al cielo nuboso
y al cemento. Había personas y coches por todas partes, la mayoría con
prisa, como suele suceder en las grandes ciudades. Sin embargo, yo an-
daba despacio, con calma, saboreando el momento…
Por cosas del destino, cruzaba una calle rodeado de paraguas cuan-
do mis ojos se fueron a posar sobre una anciana que pedía limosna a
la entrada de unos grandes almacenes. Ahí se resguardaba de la lluvia
como podía, protegiéndose del frío entre mantas y periódicos. Vestida
de negro, extendía su mano a cuantos entraban y salían apresurados del
edificio. La mayoría pasaba a su lado sin apenas mirarla, pero a mí me
conmovió la escena, así que me acerqué…
La saludé con una sonrisa en mis labios y en ese preciso instante
nuestros ojos se encontraron, quedándome lleno de su dulce mirada.
Absorto, como estaba, me disponía a buscar en los bolsillos algo para
darle, cuando fue ella la que se adelantó a mí con las siguientes palabras:
—¡Lo que tanto has estado buscando, aquí lo tienes!
Me quedé sorprendido: ¡era ella la que me estaba ofreciendo algo en-
vuelto en unas hojas de periódico!
Sin saber de qué se trataba, lo cogí por cortesía.
—¿Qué es? —le pregunté.
—¡Ábrelo!, lo que ahí encuentres será para ti y para todos…
Prólogo
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