El Mundo Esmeralda, de Daniel de Wishlet - page 20

El mundo esmeralda
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»Desde la tribuna, sus oradores aseguraron que el verdadero propósi-
to de la Vida es ser felices, y no el tener que subsistir en ella.
»Ante todo aclararon que al tener cuerpo y unas necesidades hemos
de sobrevivir, pero que si los habitantes de este mundo se organizaban
con Amor la supervivencia de todos ellos quedaría confortablemente ga-
rantizada, con lo que podrían disponer de todo su tiempo para disfrutar
de la Vida, que es para lo que realmente fue creada. Por lo tanto, un mun-
do amoroso sería el paso superior a uno egoísta, ya que si en los mundos
materialistas lo común es «vivir para subsistir», en los amorosos esto no
tendría sentido, puesto que la supervivencia de todos sus habitantes es la
consecuencia natural del Amor que los une. La felicidad es el patrimonio
de todos —decían—, no el privilegio de unos pocos…
»Conforme los espirituales iban exponiendo sus ideas, algunos de los
seguidores del materialismo se iban interesando en ellas. Comenzaban a
plantearse que si lo que conocían no era bueno, en lugar de obstinarse en
defenderlo, ¿por qué no conocer algo nuevo que razonablemente podría
ser mejor? Si bien podía ser una fantasía el que todos vivieran felices, sí
les parecía razonable que, organizándose de una forma más lógica, todos
llegaran a tener garantizadas sus necesidades materiales.
»¡Quizás, el mirar por el bien común podía ser más gratificante que
hacerlo sólo por el propio!—, empezaban a pensar.
»Para poner en claro sus ideas preguntaron a los espirituales qué era
lo fundamental para poder vivir en un mundo de Amor, y la respuesta,
apenas entendida por ellos, era casi siempre la misma: “en los mundos
amorosos se vive conscientes del Amor, la Energía que en realidad So-
mos”.
»Según avanzaban los debates, más y más seguidores del egoísmo
iban abandonando sus posiciones ideológicas. Conscientes de los graves
inconvenientes de un mundo egoísta, estos inteligentes y respetuosos
ciudadanos estaban determinados a encontrar algo mejor para sus vidas.
Pero siguiendo sin entender qué era vivir en el Amor, se decidieron a
preguntarlo una vez más…
»Se hizo entonces el silencio en el anfiteatro.
»En medio de gran expectación subió a la tribuna el máximo repre-
sentante de los amorosos.
»Su figura resplandecía envuelta en una inmaculada túnica blanca.
»Tomó la palabra, y guiado por la Luz de su Corazón, les dirigió a to-
dos estas imborrables palabras: “Vivir en el Amor es vivir la Vida, porque
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